lunes, 22 de julio de 2013

22 de Julio - Día de Acción Europea contra los Crímenes de Odio



En memoria de las víctimas de la matanza terrorista de Utoya y Oslo
22 de Julio

Día de Acción Europea contra los Crímenes de Odio


Se cumplen dos años de la mayor matanza  que ha vivido Noruega desde la II Guerra Mundial, realizado por un neofascista que acabó con la vida de 76 personas, en su mayoría jóvenes  laboristas, a los que asesinó por defender una Europa multicultural. El innombrable asesino era  un terrorista alimentado por su ideología  racista, islamófoba y de extrema intolerancia, ideología compartida por una ultraderecha que está empeñada en destruir la democracia, la igualdad, la tolerancia y la convivencia intercultural, liquidando todas las conquistas planetarias en materia de derechos humanos.
Esta tragedia de terrorismo de odio desgraciadamente ha ido acompañada de otros crímenes que  han conmocionado a la ciudadanía de bien en la Unión Europea. La aparición de la asesina célula neonazi  en Alemania, los crímenes racistas contra inmigrantes en Italia, la persecución inhumana y criminal de gitanos en diferentes países del continente, los ataques a judíos, a musulmanes y sus lugares de culto, las agresiones a homosexuales y los ataques a personas y organizaciones negando su diversidad, y los intentos de matanzas similares en París y Mallorca, configuran un panorama inquietante en toda Europa.
Es fundamental no olvidar y recordar a las víctimas de los crímenes de odio.  Vivimos tiempos de olvido, donde resulta imprescindible y radicalmente  necesario mantener la memoria del las víctimas y el compromiso solidario, el reforzamiento democrático frente al odio y de lucha para avanzar en todos los ámbitos frente a las lacras del racismo, la xenofobia y la intolerancia que vuelven a estar amenazadoramente presentes en nuestro continente.  Esto es objetivamente ineludible.
Para recorrer  en este camino en defensa de la dignidad humana, de los valores democráticos y de los derechos humanos, resulta necesario que nuestras instituciones avancen, promuevan e instituyan el Día Europeo en Memoria de las Víctimas de Crímenes de Odio, que mantenga vivo el compromiso de solidaridad con quienes más  sufren e inviten a toda la ciudadanía a un ejercicio democrático de movilización en defensa de la víctima de odio. Entendemos que en memoria a tanto sufrimiento, el día 22 de Julio nos recuerda directamente a las víctimas en Oslo y Utoya, y a su vez nos permite referenciar una permanente llamada a la Justicia que emerge de este dolor compartido frente a los crímenes de odio. Propuesta que trasladamos al Parlamento Europeo para su aprobación.
El Consejo de Europa y el “No Hate Speech Movement” han declarado Día de Acción Europea contra los Crímenes de Odio. Invitamos a la ciudadanía europea, a su sociedad civil, a  las entidades e instituciones a apoyar esta iniciativa, a trasladarlo al Parlamento Europeo y al resto de poderes públicos, a sumarse a las acciones que se desplieguen en este sentido.
En Oslo, Madrid, Roma, París, Varsovia, Berlín….          22 de julio de 2013


Organizaciones que apoyan la iniciativa
En Europa
Movimiento contra Intolerancia
CEJI, una contribución judía a un mundo inclusivo
ERRC, European Roma Rights Centre
INACH, Red Internacional contra el odio cibernético
Fundación Magenta, Países Bajos
ILGA Europa
ENAR, Red Europea contra el Racismo
Autoridades Norvegian
Partido del Trabajo Noruego - sección de jóvenes

En España
Movimiento contra la Intolerancia      
Red Europea contra los Crímenes de Odio
Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica 
Partido Socialista de Madrid (PSOE)
Izquierda Unida
Unión Sindical de Madrid de CC.OO.
Unión General de Trabajadores (UGT)
Fundación Violeta Friedmann
Asociación de Víctimas de la Violencia Fascista, Racista y Homófoba
Acción Popular contra la Impunidad     
Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia
Federación de Agrupaciones Islámicas por la Convivencia en España (FAICE)  
Centro Cultural Islámico de Valencia.
Federación de Musulmanes en España
Instituto Halal
Junta Islámica
Unión de Mujeres Musulmanas
Voluntariado de Madres Dominicanas. 
Asociación Rumiñahui de Ecuador.
Asociación de Refugiados e Inmigrantes Peruanos en España (ARI-Peru)
Asociación cultural colombiana ACULCO.
 Confederación  de Asociaciones Iberoamericanas.
Federación de Entidades Latinoamericanas (FEDELATINA)
Centro Panafricano   y   Revista Wanafrica
Asociación Pro Inmigrantes de Córdoba - Acoge
Asociación Iberoamericana para la Cooperación el Desarrollo y los Derechos Humanos
Unión Romaní    
Fundación Secretariado Gitano
Asociación de Mujeres Gitanas Alborea
Plataforma de Iniciativas Gitanas Madrid
Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales     
Fundación Triangulo                  
Colectivo Gay de Madrid (COGAM)
Red Cívica contra el Antisemitismo    
Comunidad Judía de Madrid
Consejo de la Juventud de Navarra.
Consejo de la Juventud de León
Foro Social de Madrid
Asociación Unificada de Militares Españoles  (AUME)
Federación de Asociaciones de Vecinos de Madrid

EQUO

viernes, 19 de julio de 2013

Concha Carretero, desobediente: “No pasarán. Y si pasan, ¡con no hablarles!”

Su padre, anarquista, atentó contra Alfonso XIII. Ella compartió celda en Ventas con las 13 rosas. Y uno de sus 10 bisnietos, también anarquista, lucha en el 15M. Concha Carretero, 95 años, pelea desde joven por reivindicar la memoria de los que sufrieron la posguerra. Su familia fue un ejemplo. Sus dos hermanos ya muertos y ella llegaron a acumular 35 años de cárceles, penales y encierros cautelares.
Hace 30 años que vive en la misma casa de San Blas, un barrio obrero de Madrid. Y más de 10 (tras enviudar) que vive con Verónica, la mujer cubana que cuida de ella. Apenas sale de casa si no es para asistir a un mítin del PC, a los que le lleva Javier (“le quiero más que a mi vida”), un compañero de partido que tira de la silla de ruedas. La guarda en el pasillo y le tiene manía, porque le recuerda que ya no es como antes. Aún así, se levanta y despacio anda sola hacia el pasillo para traernos unas fotografías.

1. La conciencia política me viene de servir en casas de ricos

“Nací en Barcelona porque mi padre intentó matar a Alfonso XIII. Ayudó a Mateo Morral, el anarquista que tiró la bomba bajo el ramo de flores y luego, en prisión, apareció ahorcado”. El atentado fue durante la boda real –1906– y Concha Carretero nació en 1918. ¿Tantos años buscándole? “Apareció en una lista y se escondió con mi madre en Barcelona. Allí nací yo. Pero toda mi familia es de Madrid, Segovia y La Granja”.
Y es que la familia del padre de Concha servía al rey. “Mi abuelo era del cuerpo de alabarderos, la escolta real. Toda la familia servía en el palacio de La Granja. Mi abuela planchaba las camisas de Alfonso XIII, mi tía fue la doncella de la infanta Isabel y mi padre, el jardinero mayor. Pero dejó el puesto cuando se hizo amigo de unos anarquistas que cerraban los bares, ‘los frescos de Madrid’ les decían. Y mi padre, el que tenía más cara”.
Dice que de él heredo su buen humor. Y sus historias, que rondaban su casa una vez muerto y que luego ella contó a sus compañeras de celda para animarlas. “Mi padre murió en la calle, solo, cuando yo tenía 6 años, mi hermano Pepe 9 y Luis 15 meses. Se dio a la bebida cuando se dio a la política. Por eso tuvimos que trabajar. Yo empecé en el colegio, sirviendo a la maestra. Fregaba los suelos, le hacía recados y ella me pagaba con dos reales, que me daban para un pan de cuatro bolas y dos onzas de chocolate que repartía con mi hermano”. Por falta de pago, les quisieron echar de casa, y ella hizo de nuevo la Primera Comunión para sortear el desahucio. “Lo hice para ganarme a las catequistas. Vi que a una niña le habían ayudado. Y así fue. Nos pagaron 6 meses de alquiler y vales para Manolo, el tendero”.
Pero el respiro duró poco. Su madre, portera, se cayó por el hueco del ascensor y Concha comenzó a ayudarla. También fue aprendiz en una camisería, churrera, enfermera, criada… “La conciencia política me viene al sentir que nuestra vida no era como la de las demás. Yo servía en casa de unos asturianos. Tenían de todo en la despensa, los niños iban de bordado, y en mi casa no podíamos ni estudiar. Ahí empecé yo a pensar que había que hacer algo”. Y así, escapándose a los 14 una tarde al Metropolitano, un chico le sacó a bailar. Y le acompañó a casa. Así otra tarde hasta que: ‘¿Cómo ves esto?’, le preguntó él. ‘Veo una injusticia social muy grande’, dijo ella. ‘Sirvo en casas donde hay de todo y luego llego a mi casa donde no hay de nada. ¡Habrá que hacer algo!’ Pero ese algo ya lo estaba haciendo su hermano mayor en casa, con una asociación cultural, Los Matutanes. “Tocábamos rondallas y hacíamos obras de teatro. La recaudación se la dábamos a quien tuviera problemas económicos. En el registro éramos la asociación Salud y Cultura. Nos reíamos. ¡Salud mucha, pero cultura, poca! Y cuando nos reuníamos, la policía controlaba. Hasta que veía el baile y la cosa cultural no nos dejaba en paz. Entonces poníamos en el portal a uno de guardia y mi hermano soltaba su charla política. ‘El mítin relámpago’ lo llamábamos”.

“Una de las obras que más hicimos fue Las doce en punto, el sainete de Carlos Arniches. Yo era la protagonista, Concha Catalá. Aún me la sé de memoria. Quisieron llevarme de gira y todo, pero mi hermano no me dejó salir por los pueblos. ‘Quien quería subir tenía que pasar por la piedra’, me decía. ‘Prefiero tenerte así como eres y no perderte”.
2. Recordar es volver a vivir
“Lo de la memoria histórica debió ser antes, con la Transición. Estaba todo fresquito. Ahora es tarde, sólo quedamos la tralla, dice, los que no valemos pa’ na. Con la cabeza que no rige como es debido…”. Pero ella sabe que en su caso no es verdad. Es una narradora nata con una memoria prodigiosa: suelta detalles relevantes de días marcados, la dirección exacta de los sitios, las personas, quién dio a quién qué. De cosas que ocurrieron hace, por ejemplo, 80 años. “Si alguna suerte tengo en la vida es que no se me olvida nada. Se me olvida lo que quiero; lo que no, no”. Se remueve algo al decir:
“Recordar es volver a vivir. Hay momentos que no querría olvidar. Otros en que lo pasé tan mal que me duele. Todavía sigo soñando con lo pasado. Verónica me dice: ‘Vaya noche que ha pasado usted, hablando y chillando’. Tengo las torturas tan frescas en mi mente, que doy la lata”.
A ver, por ejemplo. Un día que no pueda olvidar. “El 17 de enero de 1941”, dice sin pensarloTiene 23 años. Ha vuelto a la cárcel de Ventas por tercera vez. La primera fue durante el golpe de Casado en marzo del 39, al final de la guerra. La segunda, terminada la guerra y también en Ventas. Apenas habían pasado 3 meses, pero la cárcel nada tenía que ver: “Habían quitado las salas de juego, los comedores, las duchas… Una prisión para 500 mujeres y éramos 11.000”. Esa segunda vez estuvo año y medio encerrada. Hasta que una tarde de diciembre de 1940 se ganó al general Carbonell y éste la soltó sin saber quién era.
“El general me llamó a diligencias y me dijo: ‘Tengo oído que eres muy castizona, que hablas mucho’. Y yo: ‘Pues sí’. Y él, mirando por la ventana: ‘Conocerás bien Madrid. ¿Sabes qué es eso de allí en frente?’ Se veía el cerro de los Ángeles, al que llamabamos ‘el cerro rojo’. Me quería pillar, pero como estaba baqueteá, respondí que era el cerro de los Ángeles. Y como había fiestas y se veía una verbena, cuando me preguntó que más veía, le dije: ‘Eso que hay abajo es un puesto de botijos. ¡Que ya me está jorobando con tanta preguntita!”. El general se echó a reir. ‘¿Qué te parece que te saque a la calle?’, preguntó. ‘Pues que no tenía que haber entrado. ¿Acaso es delito pasearse con el novio?’, le espeté, haciéndome la inocente. Así fue como salí. Pero luego se enfadó mucho. ‘¿Quién hizo los trajes militares?’ Concha. ‘¿Quién intentó quemar los archivos de la JSU?’ Concha. Y él: ‘De mí no se ríe nadie’. Entonces fue a por mi familia y yo me entregué, al mes de haber salido.
Tras desnudarla y torturarla en los sótanos de Ventas, cuando despuntaba el alba de ese 17 de enero la llevaron a las tapias del cementerio de La Almudena. “Estaba deseando acabar ya. Y pensé que me iban a quitar del medio. Pero sólo pensaba en mi madre y en el disgusto que se iba a llevar, con mis dos hermanos también encerrados en Burgos. Y entonces, junto a la tapia, me dicen: ‘¿Ves estos agujeros? Son de tus camaradas. El próximo será el tuyo’. Y me llevaron de vuelta a Ventas”.
Y es que allí, en agosto del 39, habían matado a 56 compañeros y compañeras suyas de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) donde ha militado desde los 16 años. ¿El delito? Matar a un inspector de policía que combatía la masonería y el comunismo. Fue un golpe brutal para descabezar la precoz savia nueva que había perdido la guerra. Debió ser horrible aquel verano de 1939, el primero de la Victoria. En una de sacas estaban las 13 rosas. Ella pudo ser la número 14. Se salvó de milagro. Sobre todo era amiga de Julia Conesa, la que en sus horas postreras escribió a su madre aquello de: ‘Me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija que ya jamás te podrá besar ni abrazar. Que no me lloréis, que mi nombre no se borre de la historia’.
Así, ‘Que mi nombre no se borre de la historia’, se titula el documental sobre las 13 rosas en el que ella habla. Pide disculpas porque no le quedan más copias para regalar. Le gusta más que la película sobre el mismo tema ‘La voz dormida’. “El libro en que se basa, de Dulce Chacón, me gustó, pero la película era demasiado comercial”.
 
Hablamos del robo de niños durante el Franquismo. “Cuando veo cómo curas y monjas condenan el aborto, me duele horrores. Yo nunca he abortado ni lo recomiendo, pero he visto cosas que no se pueden creer. Mujeres pariendo en la cárcel a las que le robaban su niño. ¡He visto tirar a un bebé contra la pared! Y antes, cuando empezó la guerra, organicé los talleres de ropa para milicianos en el convento de las Pastoras, que tenía un jardín precioso. Mira que me gusta un ramo más que estrenar un abrigo, pero les dije a los compañeros: ‘Esta guerra se puede alargar y con las flores no se come. Tenemos que plantar cosas que den de comer’. Así hicimos. Y al excarvar la tierra, bajo las flores, aparecieron muchos huesos infantiles, de recién nacidos”.

3. No dejé de sufrir hasta que murió el dictador

Sale de la cárcel con una obsesión: reivindicar la memoria de todos. “¡Y lo he conseguido!”, exclama ahora ufana. Pero entonces todo era triste. La liberararon para hacer de gancho y cazar a más rojos. Vive en la calle, pidiendo limosna, “robando para que a mi madre no le faltara comida”, hasta que consigue un trabajo de sirvienta en casa de Doña Paqui, que consigue sacar a sus hermanos de la cárcel. Se queda embarazada. Tan sólo fue una tregua. Al hermano mayor, Pepe, le apresan en Pontevedra años después, donde estaba de maqui. No salió hasta 1963. Y al pequeño, Luis, le detienen en Madrid, donde malvivía escondido y sólo veía a su hermana cuando ésta le dejaba comida en un cementerio. Salió con tuberculosis en 1957 y murió a los meses. El padre de su primera hija, Diana, también fue apresado y fusilado en 1942.
“Siempre estábamos perseguidos. Fueron años de vivir a salto de mata, de mucha pobreza, de registros constantes e interrogatorios en Gobernación” (el edificio de Sol). Me coloqué en una lechería. Vivía con mi madre y mi niña en una cuadra. Abría el despacho a las 6 de la mañana para preparar el reparto de mil botellas y volvía a la cuadra a las 7, de noche, tropezando a cada paso. De pena”.
La situación mejoró cuando se casó con Miguel, con el que tuvo cuatro hijos. Pero el marido, por celos, le apartó del PC, al que sólo volvió cuando se quedó viuda. Reconoce que el miedo y la rabia no terminaron del todo hasta 1975. “No dejé de sufrir hasta que murió el dictador”,dice.

“Tengo mucho aprecio a esta medalla. ¡Dicen que la llevó el Ché! (…) De España nunca me he querido ir. Mi mayor ilusión sería que el pueblo español estuviera unido. Ni PSOE ni PC ni PP. ¡Un amplio frente popular! En eso estoy con Anguita… La unión hace la fuerza. Si todos nos unimos no pueden con nostros. Hay que vencer las rencillas, nadie es perfecto, ni ellos ni nosotros. Con la nación pasa como con tu casa. Si toda la familia está unida sale a flote. Si no, se va a la ruina. ¡Mira qué grandes las manifestaciones cuando nos hemos unido! Me da rabia porque ya no voy, apenas puedo andar. Javier me lleva me lleva en la silla de ruedas. Voy echa una reina, pero me duele por él que tiene que ir empujando. Soy una de tantas, ni más ni menos. Hice lo que tuve que hacer. No me arrepiento de nada. Lo volvería a hacer con cinco sentidos”.

4. Estoy viendo las situación de los años 30

Le pregunto si alguna vez pensó en exiliarse tras la Guerra Civil. Y responde esto:
“No, nunca. Quiero a España… No la que tenemos, otra, y seguiré luchando por ella. Tengo una pena muy grande con lo que está haciendo el PP. Me cuesta muchas lágrimas cuando veo lo que está pasando. Seré muy romántica, pero pienso en toda la gente que nos han quitado luchando por un ideal, por los derechos de los trabajadores. Será poco lo que se consiguió, pero ha costado muchos años, mucha juventud dejada en los penales, que cuando han salido ya no servían para nada. ¡Y que nos lo quiten todo de un plumazo con su mayoría absoluta! Hay mucho que luchar, que hacer, hay que empezar de cero. Estoy viendo la situación de los años 30. Cuando íbamos a las manifestaciones, nos daban. Yo a mis chicos les digo que se pongan mucha ropa, que es lo que hacíamos nosotros, para amortiguar los golpes. Aunque ahora veo que lleváis los morrales –señala una mochila–, los macutos, ¡y eso los evita!”
Se ríe. Luego se queda seria. Hay más incomprensión que rabia cuando dice:
“Y yo digo, ¡esta gente que les ha votado…! Porque este es un barrio de trabajadores y aquí ha salido el PP siempre. Cuando hay elecciones y voy al colegio, les digo a las de IU, no os preocupéis que sale el PP. Si conozco a toda la gente… ¡Y ellos a mí! Concha la comunista me llaman. Pero me siento muy orgullosa. Porque si pasa algo vienen a pedírmelo. Ahora ya no, que me ven vieja. Pero cuando llegué a San Blas, aún venía la policía a mi casa. Para que no se creyeran que éramos gente de mal vivir, las decía: ‘No os asustéis, vendrá la policía muchas veces porque yo soy así, tengo este pensamiento y es por lo que lucho’. Pero mira. Tengo fama de que los hijos mejor educados son los míos. ¡Es un orgullo!

“A estos jóvenes del PC les quiero como a mis hijos. La foto fue de una vez que vinieron a visitarme. Son gente muy generosa, de una solidaridad que ya no es tan frecuente ahora como cuando yo era joven, que te quitabas lo que fuera para dárselo a los demás. Era una solidaridad más sólida. Ahora nadie se queda sin una cosa por dársela a otro. Puede ser que si te sobran 10, des 5. O lo metas en una ONG. Pero eso es más fácil”.
5. Tengo un bisnieto que es tela marinera
Su riqueza es una salud envidiable para tener 95 años. Ella desvela, orgullosa, la receta de su lucidez y larga vida: “No fumar, no beber, trabajar mucho, reírme mucho, hacer por los demás y no dormir nunca con remordimientos”. Ha tenido 6 hijos, 14 nietos y 10 bisnietos. “Nunca he tenido un duro, pero ésa es mi riqueza”. De igual forma que ella moldeó su conciencia política de su padre y hermano, ¿la ha transmitido a sus descendientes? “En mi familia hay de todo. Algunos comparten mi ideología y otros no. Pero tengo un bisnieto, Jorge, que es tela marinera. Tiene 18 años y está metido en el 15M. Recuerdo una comida familiar, hace cuatro años. Sus hermanas de tiros largos y él todo lo contrario. Tenía una bandera republicana en su cuarto. Me pregunta: ‘Bisa, cuando tú empezaste con tus cosas, ¿cuántos años tenías? Y yo, 14. ‘Pues esos son los que tengo y yo y voy a seguir como tú, porque soy anarquista’. Y digo: ‘Toma, ¡como mi padre!’ Le mandaron a un internado a Inglaterra para arreglarle, pero el niño ha vuelto más guerrero. Cuando le veo, ¡me da una alegría que pa qué!”.


jueves, 11 de julio de 2013

El retorno del migrante

Con un desempleo de más de 6 millones de personas, cada vez son más los migrantes que regresan a sus países de origen. En el caso de Bolivia, según datos del padrón español con fecha del 1 de enero de 2013, en el último año un total de 13.606 residentes bolivianos salió de España.
Hablamos con algunos de ellos e investigadores que destacan cómo se restablecen lazos afectivos con hijos a los que no han visto durante años, la especial incidencia que los procesos migratorios tienen sobre las mujeres, y sobre cómo muchos vuelven a migrar a países vecinos como Chile o Argentina.


Más de 6 millones de personas sufren el desempleo en España al tiempo que cada vez son más los emigrantes que regresan a sus países de origen. En el caso de Bolivia, según datos del padrón español con fecha del 1 de enero de 2013, en el último año un total de 13.606 residentes bolivianos salió de España.
Este retorno migratorio se ha favorecido por la crisis económica actual y la falta de oportunidades en sectores que hace un tiempo ofrecían cierta estabilidad, como la construcción, fábricas de calzados o textiles, el trabajo doméstico o cuidado de ancianos… Pero según explican los investigadores centrados en la migración, la decisión de que una persona regrese a su país no es sólo por factores económicos, hay otras razones como retomar los lazos afectivos de las relaciones familiares, de esos hijos a los que no se ve durante años o la enfermedad de algún familiar cercano también están detrás de estas decisiones
En este reportaje, se dan ejemplos de casos de bolivianos que han emigrado, como los de Ericka Apaza, quienes regresaron  a sus ciudades natales. Y otros como Kiko Tordoya que están en la encrucijada de regresar, o la madre de Melisa Rivera, que todavía está batallando en España y viendo cómo su salario como cuidadora se reduce considerablemente por la crisis.
En Bolivia asistimos cómo este país se enfrenta al reto de recibir a todas estas personas a las que no les puede ofrecer un futuro cierto. Es por esta razón por la que muchos bolivianos, optarán, antes que el regreso, por emigrar a países europeos como Alemania o Gran Bretaña, o bien a países latinoamericanos como Argentina o Brasil, que se convierten en nuevos destinos migratorios, según el Consejo Internacional de Residentes Bolivianos en el Exterior (CIRBE).
Según explica Leonardo de la Torre Ávila, investigador reconocido con el Premio Nacional y el Premio Latinoamericano de Investigación en Comunicación Social y Premio Nacional en Periodismo para el Desarrollo Humano, el caso de la crisis económica no es algo nuevo para los bolivianos. “no es la primera que nos toca afrontar en un destino migratorioLa de Argentina, en 2000, fue mucho más dura, y determinó la movida de muchos bolivianos a Estados Unidos”,asegura.
Esa decisión de emigrar, de preparar maletas e ir a buscar oportunidades laborales es como “la decisión de salida obligatoria como ocurría con el servicio militar antiguo, un viaje como un deber para los jóvenes”, explica este sociólogo que subraya que algunas zonas bolivianas tienen mucha experiencia en dinámicas migratorias desde hace casi un siglo, con destinos como Argentina, principalmente, Brasil y Estados Unidos. El emigrar a Europa es algo más reciente, de los últimos 10 años.
Razones para regresar
Según este sociólogo, tres son las razones principales  en las que se sustenta la decisión del retorno, de volver de nuevo al país de origen, en este caso Bolivia. La más acuciante es la de la cuestión laboral, de la falta de empleo y sustento en España, la otra el caso de la regularización, si finalmente la persona logró legalizar la situación migratoria e igual de importante es la cuestión de las relaciones familiares, de volver a retomar los lazos afectivos con hijos o parejas.“Creíamos que la razón de retornar era sobre todo por falta de trabajo, pero también los factores familiares son muy determinantes”, subraya  este investigador y docente de la Universidad Católica Boliviana.
Lo que sí es cierto es que la crisis económica española, “genera una situación atroz, sobre todo en la construcción” y el colectivo masculino boliviano “es uno de los más afectados por la caída en la construcción”, mientras el femenino debe también afrontar “los coletazos en la reducción del pago a las internas”, señala este investigador  y autor de libros como “No llores, prenda, pronto volveré”.
En investigaciones realizadas para analizar este retorno migratorio se ha comprobado que la aunque la crisis económica actúa como detonante en la decisión final de retorno, “la mayoría de las mujeres entrevistadas aclaran que la decisión final estuvo determinada por estas otras razones más de tipo personal, familiar. En cambio, Los hombres retornan por motivaciones puramente laborales: No había oportunidad de trabajo en España”, según explica Virginia Fuentes, trabajadora Social e Investigadora de la Universidad de Jaén, colaborada del Observatorio Infantojuvenil de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno
Historias personales
Ericka Apaza, en una fotografía en Barcelona, antes de su retorno obligado a Bolivia.
Una de esas personas bolivianas que ha retornado es Ericka Apaza, una joven de 23 años natural de Santa Cruz de la Sierra, que viajó a España con sus padres cuando tenía  14 años. “El cambio fue duro durante el primer año porque extrañaba mucho a mis hermanos y amigos. Finalmente viví casi 8 años en Barcelona y ya me acostumbré e hice mi vida allí, trabajaba y estudiaba”. Pero fue entonces cuandoestalló la crisis y “empezó a escasear el empleo. Había pocas oportunidades, España tenía la tasa de paro entre la población joven más alta de Europa y había más dificultad si no tenías los papeles y siendo extranjera”, asegura Ericka, que confiesa que comenzaba a pensar en regresar.
Pero la vuelta fue inesperada, fue deportada, un fin de semana que realizaba un viaje con su novio, en la frontera de Francia, cuando la policía le solicitó sus papeles. “Con solo 60 euros en el bolsillo, me obligaron a regresar a Santa Cruz de la Sierra. La alegría era muy grande porque volvía a ver a mi familia y al tiempo un sentimiento de rabia ya que en España en ese momento tenía un trabajo y una vida con ilusiones porque estaba a las puertas para ser ciudadana legal”, señala esta joven que ahora debe afrontar otras opciones de vida, en trabajos que apenas se remuneran en Bolivia como la hostelería.
Familias separadas
La migración boliviana hacia España ha sido principalmente femenina (55% del total), lo cual hace que también sean más las mujeres que retornen. Y se trata en muchos casos de un “retorno cíclico”, porque “muchas mujeres piensan en ir otro país como Chile, Brasil o Argentina”. Así lo explica Maggy Jáuregui, profesora e investigadora de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno y cofundadora del Observatorio Infantojuvenil de esta universidad.
Estas mujeres que retornan se encuentran con “dificultades para volver a acomodarse, porque extrañan una sociedad más organizada, como la española. Aquí ven todo más sucio, desordenado, con mayor inseguridad”, señala esta investigadora y psicóloga, que asegura que  al regresar  estas madres de familia ven cómo sus hijos ya son diferentes, han crecido sin ellas. Esa sensación de extrañeza también la perciben los menores, que llegan a decir “mi mamá vino más blanca o habla en otro lenguaje”, señala Jáuregui, que es una de las autoras del libro “Maternidad Transnacional: Vivencias Migratorias de Madres e Hijos/as adolescentes”.
Imagen de Melisa Ribera, con sus hermanos y padrastro, en una foto tomada hace siete años, pocos días después de que su madre Dorys emigrara a España.
Esta psicóloga también apunta que algunos de estos niños, hoy ya jóvenes, han experimentado un sentimiento de abandono ante la partida de su madre o de sus progenitores. Pero esto no es general, otros hijos se han educado y han crecido sin su madre y en cambio tienen un claro sentimiento de agradecimiento por el esfuerzo que ha realizado ésta, mandándoles dinero para que puedan tener una vida con más posibilidades. Éste es el caso de Melisa Rivera, que ahora tiene 24 años y que con apenas 17 vio partir a su madre Dorys a España, quedándose ella y su hermano Fabio, un año mayor, al cargo de cuatro hermanos, cuando el más pequeño, Josué tenía apenas 2 años.
“Mi madre tenía miedo de irse y dejarnos a nosotros solos, porque no teníamos papá ni ninguna persona mayor que se pudiera hacer cargoPero mi hermano Fabio y yo le dijimos ‘Mamita, tienes que irte, es lo mejor, nosotros dos cuidaremos de nuestros hermanitos”, explica Melisa Rivero, que gracias a la aportación de su madre hoy está concluyendo su tesis para obtener la licenciatura de Sociología.
Esta joven y futura socióloga está orgullosa de su madre, porque “ha trabajado muy duro por nosotros y aunque no la veamos desde hace 7 años, nos llama unas tres veces a la semana y se preocupa de todo”.  La crisis económica le está afectando en su trabajo como trabajadora doméstica y cuidadora de una anciana  en Sevilla. “Tiene miedo a quedarse sin trabajo y le han reducido el salario porque cada vez hay más oferta de mujeres de otros países, como Marruecos, que cobran más barato”, explica Melisa, que cuenta que su madre no tiene pensado regresar a España hasta que no haya pagado y equipado completamente la casa y el terreno. “Dice que tiene pensado irse a Alemania porque en España la crisis está empeorando y está cansada de su trabajo, porque la explotan”, concluye esta joven.
Lazos familiares debilitados
Esto demuestra que aunque generalmente los lazos familiares casi siempre se encuentran debilitados con la vuelta, hay excepciones. Depende de “la cotidianeidad y fluidez de la comunicación y de si la migración se ha vivido como una experiencia vital compartida, donde los padres e hijos han participado de las decisiones. En tal caso, la vuelta es más normalizada. Por el contrario, si las relaciones han sido puntuales, no se ha hecho partícipes a los hijos de las decisiones tomadas y éstos no han participado de los benefícios de la migración, los lazos familiares están fuertemente deteriorados”, asegura  la investigadora en formación Virginia Fuentes, de la Universidad de Jaén.
Es muy diferente cuando en la migración es el padre o la madre la que opta por irse a vivir a España. “La madre es el centro del hogar, si emigra al extranjero debe explicar bien los motivos a los hijos y tener clara la responsabilidad de quién los cuidará”, detalla Maggy Jáuregui, docente e investigadora de UAGRM.
Los hijos fueron la razón que impulsaron a la familia de Kiko Tordoya a regresar a Bolivia, nos explica: “Mi mujer nunca se acostumbró a vivir en España, pero la decisión del retorno fue que nuestro hijo de 18 años se fue conmigo de viaje a Bolivia y no deseo regresar de nuevo a Alicante”. Comparte durante la entrevista que es triste estar en España sin su mujer y tres de sus hijos, de los cuales, la pequeña cuenta sólo con 4 años y nació en España. Vive con su hijo mayor, que es el único que no desea regresar al país andino y que trata de forjarse un futuro estudiando mecánica electromotriz. “Como no hay trabajo, estudia, ya hizo Informática. Es mayor, no puedo obligarle a que regrese a Bolivia. Cuando decidimos emigrar, la idea era regresar todos juntos, no pensaba en desintegrar la familia”, asegura.
Este padre de familia nos adelanta que pronto cogerá las maletas para vivir con su mujer e hijos en Santa Cruz de la Sierra. “Deseo regresar, porque me comenta mi esposa que hay mucha inseguridad y deseo protegerles”.
Sentimientos cruzados
 Muchos de los que emigran desean un día volver a su país, pero si llega ese momento extrañan la “sensación de autonomía personal, económica y especialmente de derechos sociales que en España están asegurados hasta el momento como la atención sanitaria, educativa o la defensa legal”, precisa Virginia Fuentes,  investigadora en formación de la Universidad de Jaén. Este sentimiento unido a la falta de un futuro prometedor en Bolivia hacen que crezca con fuerza el deseo de emigrar de nuevo y esta vez a países vecinos como es el caso de Brasil o Chile. “Están próximos a Bolivia y pueden tener la ventaja de venir todos los años a ver a sus hijos, por lo que los vínculos estarían más fuertes”, apunta la investigadora y docente Maggy Jáuregui, de la UAGRM.