jueves, 11 de julio de 2013

El retorno del migrante

Con un desempleo de más de 6 millones de personas, cada vez son más los migrantes que regresan a sus países de origen. En el caso de Bolivia, según datos del padrón español con fecha del 1 de enero de 2013, en el último año un total de 13.606 residentes bolivianos salió de España.
Hablamos con algunos de ellos e investigadores que destacan cómo se restablecen lazos afectivos con hijos a los que no han visto durante años, la especial incidencia que los procesos migratorios tienen sobre las mujeres, y sobre cómo muchos vuelven a migrar a países vecinos como Chile o Argentina.


Más de 6 millones de personas sufren el desempleo en España al tiempo que cada vez son más los emigrantes que regresan a sus países de origen. En el caso de Bolivia, según datos del padrón español con fecha del 1 de enero de 2013, en el último año un total de 13.606 residentes bolivianos salió de España.
Este retorno migratorio se ha favorecido por la crisis económica actual y la falta de oportunidades en sectores que hace un tiempo ofrecían cierta estabilidad, como la construcción, fábricas de calzados o textiles, el trabajo doméstico o cuidado de ancianos… Pero según explican los investigadores centrados en la migración, la decisión de que una persona regrese a su país no es sólo por factores económicos, hay otras razones como retomar los lazos afectivos de las relaciones familiares, de esos hijos a los que no se ve durante años o la enfermedad de algún familiar cercano también están detrás de estas decisiones
En este reportaje, se dan ejemplos de casos de bolivianos que han emigrado, como los de Ericka Apaza, quienes regresaron  a sus ciudades natales. Y otros como Kiko Tordoya que están en la encrucijada de regresar, o la madre de Melisa Rivera, que todavía está batallando en España y viendo cómo su salario como cuidadora se reduce considerablemente por la crisis.
En Bolivia asistimos cómo este país se enfrenta al reto de recibir a todas estas personas a las que no les puede ofrecer un futuro cierto. Es por esta razón por la que muchos bolivianos, optarán, antes que el regreso, por emigrar a países europeos como Alemania o Gran Bretaña, o bien a países latinoamericanos como Argentina o Brasil, que se convierten en nuevos destinos migratorios, según el Consejo Internacional de Residentes Bolivianos en el Exterior (CIRBE).
Según explica Leonardo de la Torre Ávila, investigador reconocido con el Premio Nacional y el Premio Latinoamericano de Investigación en Comunicación Social y Premio Nacional en Periodismo para el Desarrollo Humano, el caso de la crisis económica no es algo nuevo para los bolivianos. “no es la primera que nos toca afrontar en un destino migratorioLa de Argentina, en 2000, fue mucho más dura, y determinó la movida de muchos bolivianos a Estados Unidos”,asegura.
Esa decisión de emigrar, de preparar maletas e ir a buscar oportunidades laborales es como “la decisión de salida obligatoria como ocurría con el servicio militar antiguo, un viaje como un deber para los jóvenes”, explica este sociólogo que subraya que algunas zonas bolivianas tienen mucha experiencia en dinámicas migratorias desde hace casi un siglo, con destinos como Argentina, principalmente, Brasil y Estados Unidos. El emigrar a Europa es algo más reciente, de los últimos 10 años.
Razones para regresar
Según este sociólogo, tres son las razones principales  en las que se sustenta la decisión del retorno, de volver de nuevo al país de origen, en este caso Bolivia. La más acuciante es la de la cuestión laboral, de la falta de empleo y sustento en España, la otra el caso de la regularización, si finalmente la persona logró legalizar la situación migratoria e igual de importante es la cuestión de las relaciones familiares, de volver a retomar los lazos afectivos con hijos o parejas.“Creíamos que la razón de retornar era sobre todo por falta de trabajo, pero también los factores familiares son muy determinantes”, subraya  este investigador y docente de la Universidad Católica Boliviana.
Lo que sí es cierto es que la crisis económica española, “genera una situación atroz, sobre todo en la construcción” y el colectivo masculino boliviano “es uno de los más afectados por la caída en la construcción”, mientras el femenino debe también afrontar “los coletazos en la reducción del pago a las internas”, señala este investigador  y autor de libros como “No llores, prenda, pronto volveré”.
En investigaciones realizadas para analizar este retorno migratorio se ha comprobado que la aunque la crisis económica actúa como detonante en la decisión final de retorno, “la mayoría de las mujeres entrevistadas aclaran que la decisión final estuvo determinada por estas otras razones más de tipo personal, familiar. En cambio, Los hombres retornan por motivaciones puramente laborales: No había oportunidad de trabajo en España”, según explica Virginia Fuentes, trabajadora Social e Investigadora de la Universidad de Jaén, colaborada del Observatorio Infantojuvenil de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno
Historias personales
Ericka Apaza, en una fotografía en Barcelona, antes de su retorno obligado a Bolivia.
Una de esas personas bolivianas que ha retornado es Ericka Apaza, una joven de 23 años natural de Santa Cruz de la Sierra, que viajó a España con sus padres cuando tenía  14 años. “El cambio fue duro durante el primer año porque extrañaba mucho a mis hermanos y amigos. Finalmente viví casi 8 años en Barcelona y ya me acostumbré e hice mi vida allí, trabajaba y estudiaba”. Pero fue entonces cuandoestalló la crisis y “empezó a escasear el empleo. Había pocas oportunidades, España tenía la tasa de paro entre la población joven más alta de Europa y había más dificultad si no tenías los papeles y siendo extranjera”, asegura Ericka, que confiesa que comenzaba a pensar en regresar.
Pero la vuelta fue inesperada, fue deportada, un fin de semana que realizaba un viaje con su novio, en la frontera de Francia, cuando la policía le solicitó sus papeles. “Con solo 60 euros en el bolsillo, me obligaron a regresar a Santa Cruz de la Sierra. La alegría era muy grande porque volvía a ver a mi familia y al tiempo un sentimiento de rabia ya que en España en ese momento tenía un trabajo y una vida con ilusiones porque estaba a las puertas para ser ciudadana legal”, señala esta joven que ahora debe afrontar otras opciones de vida, en trabajos que apenas se remuneran en Bolivia como la hostelería.
Familias separadas
La migración boliviana hacia España ha sido principalmente femenina (55% del total), lo cual hace que también sean más las mujeres que retornen. Y se trata en muchos casos de un “retorno cíclico”, porque “muchas mujeres piensan en ir otro país como Chile, Brasil o Argentina”. Así lo explica Maggy Jáuregui, profesora e investigadora de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno y cofundadora del Observatorio Infantojuvenil de esta universidad.
Estas mujeres que retornan se encuentran con “dificultades para volver a acomodarse, porque extrañan una sociedad más organizada, como la española. Aquí ven todo más sucio, desordenado, con mayor inseguridad”, señala esta investigadora y psicóloga, que asegura que  al regresar  estas madres de familia ven cómo sus hijos ya son diferentes, han crecido sin ellas. Esa sensación de extrañeza también la perciben los menores, que llegan a decir “mi mamá vino más blanca o habla en otro lenguaje”, señala Jáuregui, que es una de las autoras del libro “Maternidad Transnacional: Vivencias Migratorias de Madres e Hijos/as adolescentes”.
Imagen de Melisa Ribera, con sus hermanos y padrastro, en una foto tomada hace siete años, pocos días después de que su madre Dorys emigrara a España.
Esta psicóloga también apunta que algunos de estos niños, hoy ya jóvenes, han experimentado un sentimiento de abandono ante la partida de su madre o de sus progenitores. Pero esto no es general, otros hijos se han educado y han crecido sin su madre y en cambio tienen un claro sentimiento de agradecimiento por el esfuerzo que ha realizado ésta, mandándoles dinero para que puedan tener una vida con más posibilidades. Éste es el caso de Melisa Rivera, que ahora tiene 24 años y que con apenas 17 vio partir a su madre Dorys a España, quedándose ella y su hermano Fabio, un año mayor, al cargo de cuatro hermanos, cuando el más pequeño, Josué tenía apenas 2 años.
“Mi madre tenía miedo de irse y dejarnos a nosotros solos, porque no teníamos papá ni ninguna persona mayor que se pudiera hacer cargoPero mi hermano Fabio y yo le dijimos ‘Mamita, tienes que irte, es lo mejor, nosotros dos cuidaremos de nuestros hermanitos”, explica Melisa Rivero, que gracias a la aportación de su madre hoy está concluyendo su tesis para obtener la licenciatura de Sociología.
Esta joven y futura socióloga está orgullosa de su madre, porque “ha trabajado muy duro por nosotros y aunque no la veamos desde hace 7 años, nos llama unas tres veces a la semana y se preocupa de todo”.  La crisis económica le está afectando en su trabajo como trabajadora doméstica y cuidadora de una anciana  en Sevilla. “Tiene miedo a quedarse sin trabajo y le han reducido el salario porque cada vez hay más oferta de mujeres de otros países, como Marruecos, que cobran más barato”, explica Melisa, que cuenta que su madre no tiene pensado regresar a España hasta que no haya pagado y equipado completamente la casa y el terreno. “Dice que tiene pensado irse a Alemania porque en España la crisis está empeorando y está cansada de su trabajo, porque la explotan”, concluye esta joven.
Lazos familiares debilitados
Esto demuestra que aunque generalmente los lazos familiares casi siempre se encuentran debilitados con la vuelta, hay excepciones. Depende de “la cotidianeidad y fluidez de la comunicación y de si la migración se ha vivido como una experiencia vital compartida, donde los padres e hijos han participado de las decisiones. En tal caso, la vuelta es más normalizada. Por el contrario, si las relaciones han sido puntuales, no se ha hecho partícipes a los hijos de las decisiones tomadas y éstos no han participado de los benefícios de la migración, los lazos familiares están fuertemente deteriorados”, asegura  la investigadora en formación Virginia Fuentes, de la Universidad de Jaén.
Es muy diferente cuando en la migración es el padre o la madre la que opta por irse a vivir a España. “La madre es el centro del hogar, si emigra al extranjero debe explicar bien los motivos a los hijos y tener clara la responsabilidad de quién los cuidará”, detalla Maggy Jáuregui, docente e investigadora de UAGRM.
Los hijos fueron la razón que impulsaron a la familia de Kiko Tordoya a regresar a Bolivia, nos explica: “Mi mujer nunca se acostumbró a vivir en España, pero la decisión del retorno fue que nuestro hijo de 18 años se fue conmigo de viaje a Bolivia y no deseo regresar de nuevo a Alicante”. Comparte durante la entrevista que es triste estar en España sin su mujer y tres de sus hijos, de los cuales, la pequeña cuenta sólo con 4 años y nació en España. Vive con su hijo mayor, que es el único que no desea regresar al país andino y que trata de forjarse un futuro estudiando mecánica electromotriz. “Como no hay trabajo, estudia, ya hizo Informática. Es mayor, no puedo obligarle a que regrese a Bolivia. Cuando decidimos emigrar, la idea era regresar todos juntos, no pensaba en desintegrar la familia”, asegura.
Este padre de familia nos adelanta que pronto cogerá las maletas para vivir con su mujer e hijos en Santa Cruz de la Sierra. “Deseo regresar, porque me comenta mi esposa que hay mucha inseguridad y deseo protegerles”.
Sentimientos cruzados
 Muchos de los que emigran desean un día volver a su país, pero si llega ese momento extrañan la “sensación de autonomía personal, económica y especialmente de derechos sociales que en España están asegurados hasta el momento como la atención sanitaria, educativa o la defensa legal”, precisa Virginia Fuentes,  investigadora en formación de la Universidad de Jaén. Este sentimiento unido a la falta de un futuro prometedor en Bolivia hacen que crezca con fuerza el deseo de emigrar de nuevo y esta vez a países vecinos como es el caso de Brasil o Chile. “Están próximos a Bolivia y pueden tener la ventaja de venir todos los años a ver a sus hijos, por lo que los vínculos estarían más fuertes”, apunta la investigadora y docente Maggy Jáuregui, de la UAGRM.


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