lunes, 24 de febrero de 2014

Sobre el Derecho de Asilo en España....



Veinte personas kurdas sirias, cuatro de ellos son niños menores de tres años, han llegado este fin de semana al aeropuerto de Barajas huyendo de la guerra para solicitar asilo en España. Según ha sabido Periodismo Humano, tras llegar como refugiados a Turquía, y mediante una red que les facilitó pasaportes falsos, empezaron un periplo de viajes en avión que les ha llevado por Dubai, Brasil -donde pasaron unos días en un apartamento junto a otros refugiados sirios- para partir hacia Perú hasta llegar finalmente a Madrid.
Suena el tono de llamada y una voz, tal vez preparada para recibir esta llamada, pregunta nerviosa “¿Hola?” Tras explicarle nuestro deseo de transmitir su situación al público español en busca de esas conciencias que aún quedan, la voz masculina insiste en que prefieren hablar en persona. Es entonces cuando comprenden cuál es su situación: se encuentran en una sala o recinto del que no pueden salir y al que nosotros no podemos acceder.
En estos momentos, estas familias se encuentran solicitando asilo en el centro de detención de 25 metros cuadrados llamado “Sala de los rechazadados” o “No admitidos” que se encuentra en la terminal 4 del aeropuerto de Barajas. Aquí conviven con otras personas de diversas nacionalidades a las que también se les ha negado el ingreso en territorio español y que no pueden recibir visitas de familiares, ni de periodistas ni de miembros de ONG.  Las condiciones son más degradantes, por tanto, que si estuvieran presas en una cárcel por haber cometido algún delito o en un Centro de Internamiento de Inmigrantes por la falta administrativa que supone tener su documentación en regla.
Pasadas unas horas de comprensión de que su situación tardará en resolverse, volvemos a contactar. La misma voz vuelve a responder a la llamada y tras volver a presentarnos llama en lengua kurda a aquellos que han decidido hablar con nosotros.
Es fácil imaginar que este grupo, en su mayoría de la zona de Hassake, al noreste del país y pegada a la frontera turca, tarden en confiar en una voz desconocida, que les habla en árabe por desconocimiento del kurdo y que les hace preguntas sobre su largo periplo desde su salida de Siria mientras se encuentran recluidos en Barajas. Finalmente, dos hombres, una mujer y el que suponemos que pueda ser el mayor de todos ellos y que ha dejado a su mujer e hija en Siria –con las que aún no ha podido contactar- por estar buscado “por todos, ya no se sabe ni por quien porque la zona está plagada de controles de todos: el régimen, el Estado Islámico de Iraq y Siria (Da’esh en árabe), el Frente de Al-Nusra…”. Ninguno da nombres.
“¿Cuál era la situación en la zona en la que os encontrábais? ¿Cómo estaba siendo vuestra vida en Siria?”, es la primera pregunta que le planteamos a cada uno de ellos. Estas son sus respuestas: “la situación es desoladora”, “los servicios básicos como el agua, la luz y medios para poder calentar agua en este frío no están disponibles”, “se producen asesinatos y violaciones, se llevan a los niños y las mujeres, las ciudades están todas destruidas, entran en las casas y se lo llevan todo y a todos, los salafistas nos llaman infieles,  e incluso los árabes –asegura esta mujer- se han puesto de su parte y en nuestra contra”.
Extrañados porque no mencionan en ningún caso a las milicias kurdas que defienden las zonas de las que proceden, les preguntamos. Algunos niegan saber nada de ellas, pero la mujer insiste en que “son pocos, y no puede ser que a un niño de quince años le den un arma para defenderse, eso no puede ser”. Y es entonces cuando recuerda que ha dejado a su hermano, más pequeño que ella, que tiene 17 años, en la zona, y no sabe nada de él.
“Yo al principio salí en las manifestaciones contra el régimen”, asegura uno de los jóvenes por cuya voz se deduce que tenga entre 25 y 30 años a lo sumo. “Pero después, todo quedó descontrolado y ahora uno no puede ni moverse sin caer en manos de alguien”, apostilla. No obstante, esto no es compartido por todos, pues la joven insiste en que ella y su familia no salieron en ningún momento y que simplemente intentaban vivir su vida, sin estar ni a favor ni en contra de ningún partido. “Ahora Siria no tiene ningún futuro, por eso llevábamos meses intentando marchar, pero los controles no nos lo permitían y en ocasiones al llegar a la frontera turca, hemos sabido que han devuelto a muchos, incluidos niños y mujeres que pueden ser secuestrados y violados, a territorio sirio”, sentencia esta muchacha de voz firme, que sigue quejándose de su periplo.
“Salimos de Siria porque no nos podíamos mover con ninguna libertad por nuestro hogar y porque todo está destruido, y llegamos aquí y no nos dejan ni salir”. A estas críticas se suman los hombres, que aseguran que solo les han dicho que no pueden salir hasta pasar por un interrogatorio y completar una serie de trámites que no me saben explicar. “Nosotros después de llegar a Turquía acordamos con la persona que nos ayudó a llegar a Europa que iríamos a Alemania, pagándole todo lo que llevábamos ahorrado de los últimos meses que habíamos podido ir trabajando algo: quedarse en Turquía sería imposible porque el gobierno turco no está ayudando tanto como dice y un alquiler en una casa cuesta 1.000 dólares al mes si eres sirio. Los turcos se ríen de nosotros”. Insistiendo también en la falta de ayuda por parte del país vecino, la joven contesta con cierta indignación al preguntarle por la posibilidad de haberse quedado en uno de los campos o si por el contrario no quedaba sitio: “¿Es que no sabes lo que sucede en los campos? Se llevan a mujeres y niños los soldados turcos y se producen violaciones”.
Pero, “¿por qué acabasteis en España?” “No sé cómo hemos llegado hasta aquí: hemos ido de autobús en autobús y de avión en avión hasta que nos hemos encontrado aquí” (esta respuesta se repite de manera sistemática, la primera vez tras una voz de advertencia en kurdo que no podemos comprender, pero que tal vez insista en que no se den detalles). Y es entonces  cuando les preguntamos qué piensan sobre el cambio de destino: “Si yo tengo familiares en Alemania, ¿no puedo ir allí?”. Le explicamos a este hombre cómo funciona el entramado legal europeo según el cual se puede solicita, y recibir asilo en el primer país que se pisa dentro del área Schengen. “¿Y entonces que hago?”, insiste de nuevo el mayor de todos ellos. “Estamos cercados”, se queja la joven. “Salimos de una especie de cárcel para entrar en otra, porque ahora mismo no podemos ni salir de este recinto”.
Desamparado, el de mayor edad manda este mensaje: “No hemos venido a pedir nada. Estamos dispuestos a hacer lo que nos digan. Solo queremos poder seguir con nuestra vida: nadie deja su país en guerra por gusto, sino por necesidad. Escribe esto como lo consideres oportuno, cómo tu conciencia te lo dicte: solo queremos seguir con nuestra vida y contactar con nuestras familias que no saben nada. Si no nos quieren en España, que nos manden donde sea de Europa; si no, que nos devuelvan a Siria a morir”.
En 2013 unos 200 refugiados sirios llegaron en avión a España. La práctica totalidad de ellos lo hicieron a través de redes ilegales que les proporcionan pasaportes con otra nacionalidad después de que en el verano de 2011 el gobierno español decidiese instaurar el “visado de tránsito aeroportuario” para los sirios tras la llegada de 28 refugiados. Este procedimiento que sólo Reino Unido y España exigen, impide que las personas con nacionalidad siria puedan llegar a España en vuelos que hacen escala aquí para solicitar asilo. Desde 2011 organizaciones como la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ha solicitado en varias ocasiones al gobierno español que retire este impedimento porque “los aeropuertos españoles son la única vía segura de acceso a la protección internacional que poseen quienes huyen de Siria, dado que otras rutas alternativas, terrestres o marítimas, son extremadamente peligrosas”. Este tipo de visado les aboca a tener que pagar por falsos pasaportes y realizar dantescos vuelos alrededor del mundo, aumentando su vulnerabilidad. CEAR considera “fundamental que se mantenga abierta esta puerta de acceso al sistema de asilo español”.
La guerra en Siria se ha cobrado la vida de al menos 130.000 personas según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH). Dos millones se han convertido en refugiados al huir a países vecinos para salvar sus vidas y 6,5 millones viven desplazados en el propio país.
Reportaje de Periodismo Humano
http://periodismohumano.com/en-conflicto/varias-familias-sirias-solicitan-asilo-en-el-aeropuerto-de-barajas.html

miércoles, 19 de febrero de 2014

19 de Febrero. Día contra la LGTBfobia en el Deporte. Recordando a Justin Fashanu


Hoy, 19 de Febrero se celebra el Día Internacional Contra la LGTBfobia en el Deporte, centrándose especialmente en el Fútbol. Y este año, precisamente, es el primero 
desde que un futbolista internacional, el alemán Thomas Hitzlsperger, saliera del armario.

En este día se conmemora el aniversario de del nacimiento de Justin Fashanu, primer futbolista de relevancia en revelar públicamente su homosexualidad, en 1990.

La homosexualidad en el fútbol sigue siendo un tabú. Y no hablamos solo de los deportistas. También de los espectadores, de los equipos técnicos, y de todo el entorno. Lamentablemente, durante años se han oído gritos despectivos como “¡Árbitro, maricón!”.

En los años 80', el fútbol inglés se caracterizaba por su rudeza y empuje, convertido en un deporte duro y tosco, los jugadores eran vistos como auténticos símbolos de virilad, entre tanto sudor y sangre, aparecía en el panorama deportivo el nombre de Justin Fashanu, un hombre con una carrera deportiva interesante pero una vida cinematográfica.

En honor al nacimiento de Justin Fashanu, futbolista gay de Inglaterra, se conmemora el Día contra la LGBTfobia en el deporte.

Justin Fashanu era el hijo de un abogado nigeriano instalado en Londres, tras un complicado proceso de separación entre sus padres, Justin y su hermano fueron dados en adopción y tras un período de tiempo, adoptados por una familia blanca de Norfolk.

En su juventud el fútbol no era el único deporte que practicaba con asiduidad, Fashanu era un prometedor boxeador, su 1'90 de altura y sus 90 kilos le convertían en un temible adversario.
Tanto que se creía que dejaría el fútbol a un lado para seguir con su carrera de boxeador, carrera en la que conseguiría el subcampeonato de los pesos pesados de Inglaterra. Los amantes del fútbol debemos dar las gracias debido a que nunca lo llegó a hacer...

Inmerso en su carrera como futbolista, en Diciembre de 1978 logró firmar un contrato profesional con el Norwich City y un par de semanas más tarde lograba debutar con los "Canaries" en la Premier League.
Su carrera en el Norwich despegaba y se convertía en un prometedor jugador, incluso llegó a disputar 11 partidos y anotar 5 goles con la selección Sub'21 de Inglaterra.
Este jóven jugador de color comenzaba a hacerse un nombre en la Premier, destacaba por sus características físicas, era un delantero fuerte y veloz y con un olfato goleador nada desdeñable.

Sus buenas actuaciones con el Norwich le valieron para convertirse en el primer jugador negro en valer 1 millón de libras. Su destino era el legendario Nottingham Forest entrenado por Brian Clough, un equipo que lograba vencer dos Champions League y se coronaba como uno de los mejores conjuntos de la historia.
Y de Clough poco podemos decir, su etapa en "The city ground" le valió para convertirse en una de las mayores leyendas de la historia de los banquillos.

Allí llegaba Fashanu, a un conjunto ganador que ponía sus esperanzas en él, un club rodeado de flashes y con la siempre agobiante presión por ganar.
Y si la presión era poca, se le debía añadir que Justin llegaba para sustituír a una de las grandes estrellas del fútbol mundial, Travis Porter.

Su carrera en el Forest nunca llegó a despegar, su relación con Brian Clough fue pésima. Volviendo a las citas sobre el fútbol viril, esta relación comenzo con mal pie debido a los rumores sobre una posible homosexualidad de Justin Fashanu, algo que Clough nunca pudó comprender y que provocó un gran rechazo hacia el futbolista de ascendencia nigeriana.
Los rumores ya comenzaban a convertirse en algo más serio y todo parecía indicar que en esta ocasión, la gente no estaba equivocada.

Asiduamente Justin era visto frecuentando pubs de carácter homosexual, en los pubs frecuentemente le preguntaban si era Justin Fashanu y él lo negaba diciendo que simplemente compartían un asombroso parecido.
Incluso su orientación sexual le llegó a costar una pelea con el capitán de su equipo, Pedro Richards, debido a que este se burló de una posible relación entre Justin y un chico keniata.


Finalmente, su orientación homosexual era algo que todo el mundo sabía, pese a que Justin nunca lo confesará por el momento. Esto fue algo que Clough no veía nada bien y que inclusó fue motivo de una discusión entre ellos, como cuenta Brian Clough en su autobiografía:
«"¿A donde vas si quieres una rebanada de pan?" le pregunté. "Al panadero, supongo". "¿A donde vas si quieres una pata de cordero?" "Al carnicero." "Entonces porque sigues yendo a ese maldito club de maricones".»

Brian Clough decidió apartarlo del equipo por su homosexualidad, afectado por la espérpentica situación, su carrera comenzó a caer en picado. El Nottingham decidió cederlo al Southampton y tras una discreta media temporada, fue vendido en el mercado invernal al club rival, el Notts County, por unas paupérrimas 150.000 libras.
Una cantidad muy alejada del millón de libras pagado poco antes.

En el Notts County, su carrera parecía encauzarse, mientras recibía gritos de «"Maricón"» de los estadios rivales, Justin marcaba goles.
Sus cifras con el Notts no fueron despreciables, 20 tantos en 62 partidos. En Junio de 1985 volvía a hacer las maletas y se marchaba al Brighton & Hove Albion, dónde sufriría una grave lesión de rodilla.

Fashanu voló rumbo a los Estados Unidos para operarse y tras su recuperación, comenzó a jugar al fútbol en ese mismo país, concretamente en Los Angéles Heat. Tras una temporada en la ciudad californiana y otra en Cánada, en las filas del Edmonton Brickmen, en el mercado invernal de 1989 volvía a la Premier League a las filas del Manchester City.
Su paso por el conjunto de los "citizens" sería casi testimonial, dos partidos en media temporada y un nuevo cambio de club, esta vez rumbo al West Ham.
Allí volvió a jugar otros dos encuentros y decidió marcharse al Leyton Orient.

Era el año 1990 y Fashanu iba a incendiar el mundo del fútbol británico. El delantero confirmaba al periódico "The Sun" su homosexualidad y admitía haber tenido relaciones con jugadores de la Premier League.
Pese a los extendidos rumores, esto fue algo que dejó en shock a la sociedad británica. Poco acostumbrados a estas declaraciones, los británicos no acogieron bien las palabras de Justin y fue duramente criticado.

Su carrera como futbolista no terminaba, Justin siguió jugando en equipos de la 2ª división inglesa como el Torquay United o en la primera división escocesa con el Hearts. Su carrera se alargaba hasta la temporada 1997, tras pasar por un gran número de clubes, Fashanu colgaba las botas en el Miramar Rangers de Nueva Zelanda.

La última gran sorpresa aún estaba por llegar, era el año 1998 y Fashanu entrenaba al Maryland Mania cuándo un jóven estadounidense de 17 años denunciaba a Justin Fashanu por abusos sexuales. La policía inclusó llegó a decir que podrían existir más casos. Pese a ello, Fashanu no fue condenado, la policía alegó falta de pruebas mientras algunos decían que el jóven solo trataba chantajear al futbolista. Pese a ser declarado inocente, su club le despedía del puesto de entrenador.

La ley no logró encadenar a Justin pero finalmente fue el mismo el que decidió ponerse una condena. El 4 de mayo de 1998, Justin Fashanu era encontrado ahorcado en un garaje público de Londres.



De esta forma tan trágica llegaba al final la carrera de Justin Fashanu, un hombre que acarició el cielo en el fútbol pero fue bajado a los infiernos por sus lesiones y ante todo, su orientación sexual.
Una sociedad acostumbrada a hombres duros y viriles no fue capaz de asimilar unas polémicas declaraciones de un chico negro llamado Justin Fashanu. Unas declaraciones que terminarían cavando su propia tumba.


miércoles, 12 de febrero de 2014

Clara Campoamor. La Campeona de los Derechos de la Mujer

La muerte sepulta las mayores grandezas en el abismo del olvido y de algunos reyes de la India sólo sabemos que existieron porque subsiste alguna moneda de su reinado. Sin embargo, mientras haya un alma noble, un espíritu valiente, el nombre de Clara Campoamor no morirá. Nadie podía imaginar que un apellido tan lírico como Campoamor estaría algún día asociado a la campeona de los derechos de la mujer, la hábil comadrona del sufragio femenino, la inteligente política que no dudó en utilizar todos los resortes que tuvo en mano para conseguir su objetivo: obtener para la mujer los mismos derechos legales y políticos que el hombre, ahí es nada,



Hay nombres que inspiran desdén, otros odio y la inmensa mayoría, indiferencia. El de Clara Campoamor infunde a la vez respeto y admiración. No era la señorita Campoamor una «chica bien» con tiempo y recursos para cultivarse, una sufragista de salón, sino una currante, que no habiendo podido concluir sus estudios de Bachillerato, tuvo que ponerse a trabajar a los trece años para vivir: de modistilla, primero, de dependienta en un comercio, de auxiliar de telégrafos, de profesora de adultos, de secretaria en un periódico, de traductora. Trabajó toda su vida y jamás gozó de las comodidades y de la libertad que proporciona la fortuna.

Nació Clara Campoamor Rodríguez en Madrid, el 12 de febrero de 1888 en el barrio de Maravillas, que ahora muchos llaman de Malasaña. Su padre era empleado en un periódico y su madre costurera.

En 1898, el año del Desastre, Clara sufrió otro más íntimo: perdió a su padre. Sólo tenía diez años. Tres años más tarde, Clara aparca los estudios y empieza a trabajar en oficios manuales; de modistilla primero y luego de dependienta de un comercio. No sabemos gran cosa de esa época de su vida, ni de sus lecturas, aparte de lo que ella misma reveló en una entrevista que reproducimos en esta obra.

Mientras tanto, la sociedad evolucionaba y la idea del sufragio femenino se iba haciendo paso. Clara tenía ya veinte años cuando en Londres la Cámara de los Comunes aprobó, con restricciones, el sufragio femenino. Seis días después, el 9 de marzo de 1908, Emilio Alcalá-Galiano, conde de Casa Valencia, pidió el voto femenino con un argumento difícilmente rebatible: «las mujeres en España pueden ser reinas pero no electoras». Y ocho días más tarde se celebró en el Congreso de los Diputados el primer debate sobre el voto de la mujer. Se proponía que pudiesen votar en las elecciones municipales las mujeres mayores de edad, emancipadas y cabezas de familia. Defendió el sufragio femenino el Sr. Pi y Arsuaga, sin éxito. Podemos imaginar con qué interés seguiría la joven Campoamor estos acontecimientos... Durante todos esos años obscuros de su biografía Clara Campoamor va franqueando pequeños escalones sociales y educativos. En 1909 gana una plaza en el Cuerpo Auxiliar de Telégrafos, para ingresar en el cual no es necesario ser bachiller. Tiene 21 años. Sale de Madrid destinada a Zaragoza y luego a San Sebastián. Un año después, en 1910, el ministro de Instrucción Pública Julio Burel facilita el libro acceso de las mujeres a todos los estudios universitarios.

En 1913 Clara obtiene por oposición una plaza de profesora de Taquigrafía en la Escuela de Adultos de Madrid. Para ganar algo más de dinero también hace de secretaria en el periódico La Tribuna.

En 1916 ingresa en el Ateneo de Madrid, momento crucial de su existencia. Empieza a ser conocida en ambientes feministas.

Llega el año 1921 y Clara toma la decisión más importante de su vida: decide reiniciar sus abandonados estudios de bachillerato. Se matricula en el Instituto Cisneros. Son años, también, de trabajo: es auxiliar-mecanógrafa en el Servicio de Construcciones Civiles que depende del Ministerio de Instrucción Pública, y años de contacto con el feminismo incipiente, ya que desde mayo de 1922 participa en la fundación de la Sociedad Española de Abolicionismo –los abolicionistas pretendía acabar con la prostitución– y pronuncia discursos en actos públicos junto a Elisa Soriano y María Martínez Sierra, que ya son feministas consagradas. La casa Calpe le encarga que traduzca del francés «Le roman de la momie» de Théophile Gautier, y en diciembre de 1922 entrega su trabajo. En sus años de exilio vivirá de sus traducciones.

El 21 de marzo de 1923 obtiene el título de bachillerato, que le proporciona la llave de la Universidad. Poco después se matricula en Derecho y a finales del año siguiente obtiene su licenciatura. Dos meses más tarde la admite en su seno el Colegio de Abogados de Madrid. Clara abre su primer despacho profesional y durante todo el año 1925 despliega una intensa actividad en el seno de la Academia de Jurisprudencia. En menos de tres años una secretaria sin bachillerato se ha convertido en una jurista.

En 1926 Clara ya es una figura destacada del feminismo español. Primo de Rivera, cansado de la oposición que encontraba en los socios del Ateneo decide nombrar él mismo, en junio de ese año, una Junta Directiva mostrenca, sin precisar los cargos. Incluye en esa Junta apócrifa el nombre de Clara Campoamor. Ella renuncia a ese nombramiento, lo que le obliga a solicitar la excedencia como funcionaria del Ministerio de Instrucción Pública.

En abril de 1924 el Dictador había concedido el voto a la mujer, con alguna salvedad: no podrían votar las prostitutas ni las mujeres casadas (!) Tres años más tarde Primo inaugura su dócil Asamblea Nacional, caricatura del Congreso de los Diputados, en la que designa trece mujeres. Años más tarde la Campoamorcomentará en el Congreso, acerca de estas concesiones de Primo a la mujer que «la igualdad que la Dictadura quiso traer era la igualdad en la nada». Clara no colabora con la Dictadura y se decanta contra la monarquía. Así, cuando en 1927 le concede un premio la Academia de Jurisprudencia, Clara rechaza la Gran Cruz de Alfonso XIII que lleva aneja el galardón. Sigue desbordante de actividad, y en 1928 participa en el XI Congreso Internacional de Protección de la Infancia (Madrid) y el 30 de marzo de ese mismo año es elegida académica-profesor de la Academia de Jurisprudencia.



En 1929 Clara se integra en el partido Acción Republicana. Es su primer paso en política. El 13 de marzo, resulta elegida Secretaria 3ª del Ateneo. En junio de 1930 será ponente en el I Congreso de la Sección Española de la Unión Internacional de Abogados. Cae la dictadura de Primo, llega la dictablanda de Berenguer. En diciembre de 1930 se produce la intentona republicana de Jaca. En San Sebastián, por distintos incidentes, son encausados Manuel Andrés y José Bayo, para los que se pide la pena de muerte. Clara Campoamor se hace cargo de su defensa junto con José María Amilibia. Entre los encausados para los que se piden penas de prisión se encuentra su único hermano, Ignacio Campoamor.
Su gran oportunidad llega el 14 de abril de 1931, con la proclamación de la II República. En mayo se convocan elecciones a Cortes Constituyentes. Una reforma de la Ley Electoral permite a las mujeres ser elegidas pero no electoras y el Gobierno Provisional proclama el sufragio universal para los varones mayores de edad (23 años). En Acción Republicana no quieren que encabece ninguna lista. Temiendo no resultar elegida, Clara se arriesga y da una pirueta política: abandona Acción Republicana y se integra en el Partido Radical de Lerroux. El Emperador del Paralelo y otros muchos radicales eran masones así que Clara ingresa también en la masonería.

El 28 de junio siguiente se celebran elecciones por sufragio universal masculino, y Clara Campoamor es elegida diputada por Madrid. El 28 de julio las nuevas Cortes Constituyentes incluyen a Clara en la Comisión Constitucional. El 1º de septiembre toma la palabra la diputada Campoamor en las Cortes. Es su primer discurso. Al día siguiente sale para Ginebra como delegada suplente ante la Asamblea de la Sociedad de Naciones. Durante su ausencia, en las Cortes algunos diputados atacan el principio del sufragio femenino basándose –dicen ellos– en las «limitaciones impuestas a su albedrío por la naturaleza». Se pronuncia la frase «la mujer es eso: histerismo». Parte de las izquierdas y el Partido Radical, el de Clara, tienen miedo al sufragio femenino: creen que las mujeres son criaturas de la derecha controladas por sus confesores. Los Radicales y parte de los socialistas se opondrán al sufragio femenino. Se acerca la hora de votación del proyecto. Clara regresa a Madrid y sostiene, el 29 de septiembre, su primer encontronazo dialéctico con Victoria Kent sobre la redacción de un artículo. Al día siguiente se pronuncian sendos discursos contra la igualdad de la mujer a la hora de votar. Clara interviene. El radical Guerra del Río se opone al sufragio femenino con el pretexto de que la mujer votará a las derechas. Pide que ese derecho se recoja en una Ley electoral, modificable según la coyuntura, y no en la Constitución. Sigue a este discurso una réplica contundente de la Campoamor.

El 1º de octubre se llega a un momento crucial: la radical-socialista Victoria Kent, sacrificando sus convicciones a la disciplina de su partido, pide el aplazamiento del derecho al voto de la mujer. Le replica la Campoamor. Por 161 votos contra 121 la mujer adquiere el derecho al voto. El socialista Prieto abandona la Cámaraafirmando que «era una puñalada trapera para la República». La gran mayoría del Partido Radical, el partido de Clara, vota contra el sufragio femenino. También Margarita Nelken, socialista, se manifestará contraria al voto de la mujer. El 15 de octubre la diputada Campoamor se pronunciará a favor del derecho al divorcio, contra la opinión de Ossorio y Gallardo. El 1º de diciembre, aprovechando la circunstancia de que las derechas –apoyo fundamental del sufragio femenino– han abandonado la Cámara, se presenta una enmienda para que la mujer sólo pueda votar en las elecciones municipales. La enmienda se rechaza por muy escaso margen: 131 votos en contra y 127 a favor. Es la victoria de Clara Campoamor, la victoria, también, de medio país, de todas las mujeres españolas. De su actividad parlamentaria, reseñemos también que un año más tarde se pronunció a favor de la supresión del delito de adulterio.

La defensa que hizo del sufragio femenino Clara Campoamor en el Congreso de los Diputados la convirtió en una figura nacional, le brindaron algún homenaje y la fama le ayudó en su profesión. Como abogado llevó dos divorcios sonados: el de Concha Espina y Ramón de la Serna así como el de Ramón del Valle-Inclán, Presidente del Ateneo, y Josefina Blanco.

Ironías de la Historia, cuando en 1933 se celebran nuevas elecciones legislativas, las primeras en las que la mujer vota, Clara Campoamor pierde su escaño. Lerroux le ofrece entonces la Dirección General de Beneficencia y Asistencia Social. Clara elabora un proyecto que prevé la rendición de cuentas de las fundaciones privadas ante Juntas Provinciales. Su proyecto naufraga cuando entra la CEDA en el Gobierno. Poco después la izquierda y el catalanismo se alzan en armas contra la República. Es la llamada Revolución de Asturias, la crisis más grave desde 1875. En octubre, Clara dimite. Le pide a Lerroux que le deje presidir la entidad Pro Infancia Obrera para ocuparse de los niños que la Revolución de Asturias ha dejado huérfanos. En febrero de 1935 abandona Clara el Partido Radical. Le reprocha a Lerroux la represión gubernamental en Asturias. En julio le plantea a Casares Quiroga –también masón– ingresar en Izquierda Republicana, pero en octubre le comunican que su solicitud ha sido rechazada.

Llega el año 1936, de infortunada memoria. En febrero la victoria del Frente Popular la encuentra en Londres. En junio publica El voto femenino y yo. Mi pecado mortal, que ha escrito durante el mes de mayo. Llega el mes de julio, con el alzamiento de parte del ejército y el estallido de la revolución en la zona fiel al Gobierno. Durante julio y agosto Clara Campoamor permanece en el Madrid milicianado. Observa el terror, las checas, los fusilamientos. Lo escribirá todo meses más tarde. Deja Madrid, dicen algunos que el 6 de agosto pero ella afirma que en septiembre, rumbo a Alicante. No sabemos si en septiembre o ya en octubre, Clara Campoamor consigue embarcarse en un barco de bandera alemana rumbo a Italia, con la intención de pasar a Suiza. Varios falangistas planean asesinarla durante el viaje.

La denuncian a las autoridades fascistas y Clara es retenida unas horas en Génova. Luego puede proseguir su viaje. Se acomoda en Lausana, Avenida de Evian nº 2. Allí empieza a escribir su trabajo más interesante: La revolución española vista por una republicana donde recoge su impresión de los sucesos acaecidos en Madrid entre julio y agosto de 1936. El año siguiente la editorial parisina Plon publica la obra cuya traducción presentamos ahora al lector, La révolution espagnole vue par une républicaine.

En 1938 se instala en Argentina. Desde entonces se gana la vida con libros y traducciones y frecuenta otros ilustres exiliados como Niceto Alcalá-Zamora. Publica, con Federico Fernández-Castillejo, La marina argentina en el drama español: heroísmo criollo, donde proporciona más detalles acerca de su huida de España. Consigue trabajar de tapadillo como abogada en un bufete de Buenos Aires. Nueve años más tarde, en las Navidades de 1947, regresa a Madrid, vía Barajas y se aloja en casa de Elisa Soriano. No la detienen. Sin embargo está fichada por el Tribunal de Represión de la Masonería. En febrero del año siguiente Clara deja Madrid y regresa a Buenos Aires.

No sabemos si en 1950 o en 1951, Clara viaja de nuevo a Madrid. Obtiene de Concha Espina una carta de presentación para dirigirse a las autoridades del Tribunal de Represión de la Masonería. Le comunican que puede optar entre 12 años de cárcel o bien proporcionar los nombres de antiguos hermanos en masonería. Clara vuelve a su hotel y se dirige directamente al aeropuerto. Regresa a Argentina. En 1955 abandona Argentina definitivamente y se instala de nuevo en Suiza, en Lausana, en la misma casa de la Avenida de Evian. Considera la posibilidad de entrar en España por Irún. Se lo desaconsejan. Tiene ya 67 años. No regresará nunca a su patria. Transcurrirán otros diecisiete años y el 30 de abril de 1972 fallece, en Lausana.

Una liberal ecléctica

Clara Campoamor se definía como liberal y, a pesar de su modesta extracción, acabó representando los valores positivos del liberalismo burgués: creía en las instituciones democráticas y en la ley; creía en el conocimiento como motor del progreso y de la superación de injusticias; además, era republicana a machamartillo, y nunca traicionó esos valores. A los treinta y tres años retomó sus estudios de bachillerato y a los treinta y seis ejercía de abogado. Pocos diputados tuvieron un papel tan positivo como el de la señorita Campoamor durante la II República. La derechona nunca absolvió a Clara Campoamor de ser republicana, pertenecer a la masonería, haber contribuido a asentar el divorcio o haber querido fiscalizar las fundaciones privadas; la izquierdona jamás le perdonó el haber traído el voto de la mujer ni el haber condenado las salvajadas en la zona republicana durante la Guerra Civil. Así, Clara representa la tercera España, ni roja ni azul, descuartizada por las poderosas fuerzas contrarias de la revolución y de la reacción. Clara molestaba, porque no se adscribió dócilmente a ningún pesebre político; no se dejó utilizar por su partido, como Victoria Kent, sino que no dudó en ser ella quien utilizara todos los recursos que se le ofrecían para conseguir sus objtetivos. Se apoyó en las derechas para conseguir el voto femenino y en las izquierdas para sacar adelante el proyecto republicano.

Su vida privada

Sabemos poco de Clara Campoamor intramuros. Su vida personal fue un laberinto de pequeños misterios. Su familia consistía en su madre, en su hermano Ignacio, en una sobrina y su ahijada, Pilar Lois. Ella no quiso dejar nada escrito respecto de su intimidad, haciendo gala de una hermética discreción. Mi buen amigo José María Lancho encontró en un documento de los años treinta una escuetísima referencia –no sé en qué medida fiable– acerca de la vida privada de Clara Campoamor, pero dado que la propia interesada quiso vivir sus amores de espaldas al público, respetaremos su voluntad.

Lo que sí podemos deducir de los hitos de la vida de nuestro personaje fue que alguien tuvo que dar en un momento dado un empujoncito a su vida; alguien tuvo que animarla a concluir sus estudios y a lanzarse a la actividad pública. El periodo crucial me parece que debió ser 1921-1922, que es cuando decide acabar sus estudios, y empieza a darse a conocer. Sin la poderosa palanca de la amistad o del amor, ¿es posible llegar a ser algo en la vida? Quizás ese alguien estuviese vinculado al Ateneo. En la docta casa de la calle Prado fue donde Menéndez Pidal se enamoró de los verdes e inteligentes ojos de María Goiri, y quizás también en los pasillos del Ateneo la joven Campoamor encontró la sonrisa de quien la presentó a la editorial Calpe con el fin de traducir a Théophile Gautier al español. ¡Nada menos que a Théophile Gautier! Para el que no lo sepa, subrayemos que Gautier es una pesadilla y un desafío para cualquier traductor; su vocabulario es de los más ricos que hayan honrado las letras francesas, entonces ¿por qué le brindaron aquella oportunidad a una joven que nunca había estado en Francia –que sepamos– y que no tenía ni el bachillerato? La clave quizá haya que buscarla en los pasillos del Ateneo. En todo caso en su biblioteca existía una traducción muy anterior, de 1868, que posiblemente le sirviera de guía.

Una ateneísta

En 1916 una joven subió por primera vez la empinada escalera del Ateneo de Madrid. Era Clara Campoamor. No conocemos bien la trayectoria de Clara Campoamor en el Ateneo, porque, a raíz de la Guerra Incivil se perdió la documentación original de esa sociedad. En la posguerra fueron halladas unas fichas y a partir de ellas se reconstruyó un catálogo que se conserva en Secretaría. De la socia Campoamor tenemos como fecha de alta el 10 de julio de 1917, con el número 9.566, y de baja el 1º de septiembre de 1926; otra vez de alta el 20 de enero de 1928 y baja el 31 de diciembre de aquel mismo año; alta el 2 de diciembre de 1930 y baja el 18 de enero de 1934. Como por otras fuentes consta que fue elegida Secretaria Tercera el 13 de marzo de 1930 en que, según esos datos, ni siquiera estaba dada de alta, se deduce la escasa fiabilidad de esos registros.

El Ateneo fue su segundo hogar. Mucho antes de que Primo de Rivera cerrara el Ateneo; mucho antes de que en la década de los treinta los extremistas pusieran el pie en sus salones; mucho antes de que los talibanes de la izquierda y los cruzados de la derecha destrozaran la convivencia nacional, el Ateneo era un oasis de libertad y de cultura, un punto de encuentro entre personas y mundos distintos aguijoneados por el hambre de saber y la sed de conocimientos. Católicos y masones, conservadores y liberales: todos se sentaron a leer en sus pupitres; y a fumar y discutir en la Cacharrería. Era la época en que junto a John Dos Passos –de paso por Madrid– se sentaba Fernando de los Ríos, era el Ateneo de Clara Campoamor.

¿En qué medida influyó el Ateneo en la trayectoria de doña Clara? Probablemente más de lo que se piensa; porque el Ateneo no sólo ha sido una biblioteca al servicio de estudiantes y lectores o un cenáculo cultural. También ha sido una escuela de políticos y de oradores. La carrera de Azaña despegó cuando fue elegido Depositario en una Junta presidida por Gregorio Marañón, con Gustavo Pittaluga de vicepresidente primero, Jiménez de Asúa de vicepresidente segundo y... Clara Campoamor de Secretaria Tercera. El mundo académico, al contrario de aquel Ateneo, no enseña a hablar entre corrillos ni a sobrevivir a feroces tertulianos; no enseña a sortear personas problemáticas ni a saber cuándo hay que ser sincero y cuándo hay que callarse; tampoco enseña a hacer contactos. Además, el Ateneo representa una vida social que no consiste en renunciar a la vida intelectual, y viceversa. Pocas relaciones tendría la antigua modistilla Clara Campoamor cuando pidió su alta en aquella sociedad. Pasaron tres lustros, ella se convirtió en una figura nacional y sus compañeros de Junta en la docta casa eran los amos del país. Si algún socio ha merecido jamás su retrato en la galería de retratos del Ateneo, ese es sin duda Clara Campoamor, para que le haga compañía al de doña Emilia Pardo Bazán. Claro que, el mejor homenaje que se le puede rendir consiste en leer sus escritos y en estudiar su trayectoria.

martes, 4 de febrero de 2014

“IN MEMORIAM” DE YOLANDA, ESTUDIANTE ASESINADA POR EL FASCISMO.



Era la madrugada de un dos de febrero, corría 1980, en Madrid el movimiento estudiantil estaba muy activo y comprometido contra unas leyes injustas de educación del Gobierno de aquellos momentos; cierres de institutos y universidades, detenciones, apaleamientos, aunque algo superaría a la represión, un comando fascista secuestró a Yolanda González Martín, tenía 19 años, y después de torturarla, la asesinaron en un descampado próximo a Alcorcón. Fue un crimen de odio, la seleccionaron por su liderazgo en el movimiento estudiantil, era de la coordinadora de Enseñanzas Medias, militante del Partido Socialista de los Trabajadores y nacida en el País Vasco. Sesgos esenciales para sus asesinos. Con su muerte a todos nos asesinaron un poco, nuestra movilización estudiantil, en medias y universidad, sufrió su mayor golpe y el país entero, una gran conmoción.

Yolanda González estudiaba electrónica en el Instituto de Formación Profesional de Vallecas, era una comprometida militante de izquierdas y desde su matriculación lucho por los problemas de los estudiantes y la falta de democracia impulsando la Coordinadora de Enseñanzas Medias y Formación Profesional frente al Estatuto de Centros. En las universidades, otros denunciábamos la Ley de Autonomía Universitaria y seguíamos reivindicando con fuerza una consigna que resumía todo: “el hijo del obrero a la universidad”. Tras distintas movilizaciones, el 13 de diciembre de 1979 se realizaron dos manifestaciones, por la mañana una de universidades y por la tarde, otra de sindicatos, en ambas asisten los compañeros de “medias”. Masiva por la mañana, donde participó Yolanda, y todo un éxito. Por la tarde, tras una represión salvaje cerca de la Glorieta de Embajadores, los disparos de unos policías mataron a los estudiantes José Luis Montañés y Emilio Martínez.

Sin embargo y pese a la conmoción social, el horror no acabaría ahí para el movimiento estudiantil, como tampoco empezó en ese momento como confirma la represión y los asesinatos fascistas de bastantes estudiantes, entre ellos Carlos González (1976) recordado en el retrato mural de la Facultad de Económicas, a la entrada de Somosaguas. No obstante con Yolanda se superó todo lo inimaginable, no solo podías recibir palizas y disparos en manifestaciones, ya era posible que te secuestraran en tu casa a punta de pistola, que te torturaran y que te dispararan hasta matarte en un descampado de Madrid. Algunos, hay que confesar, no lo hemos superado.

No nos extrañó conocer quiénes eran sus asesinos, sabíamos que fueron ultraderechistas, aunque no conocíamos su identidad hasta que detuvieron a Emilio Hellín e Ignacio Abad, militantes de Fuerza Nueva, como principales autores, junto a otros miembros del comando. Lo reivindicaron como “Batallón Vasco Español” aunque siempre supimos que eran los nazifascistas que nos atacaban, y como luego se demostró en los tribunales, con conexiones con los sectores ultras de las fuerzas de seguridad del Estado. La lucha estudiantil aunque continuó, fue debilitándose, parecía que teníamos que entender que era un coste de una transición que no ilegalizó al fascismo y que no castigó a torturadores de la dictadura franquista, mientras toda la ultra se exhibía con arrogancia contra la movilización social y los valores democráticos.

Los asesinos de Yolanda fueron condenados, Hellín a 30 años y Abad a 26, y el primero gozó de permisos al poco tiempo, escapándose varias veces, hasta esconderse y cobijarse en otra dictadura, en Paraguay, al amparo del régimen fascista Alfredo Stroessner, donde montó una empresa Informática y trabajó para una cooperativa militar, hecho conocido en la embajada española de ese país pues allí se inscribió a primeros de 1987. Tras la denuncia en España del Partido Socialista de los Trabajadores y con 20.000 firmas de apoyo, fue detenido por la Interpol y entregado a España donde ingresó en prisión en 1990, aunque fue absuelto (!) de quebrantamiento de condena por su fuga. La madre de Yolanda señaló a Efe: “Espero que cuando el asesino de mi hija vuelva al lugar del que nunca debió salir se hayan acabado todos los permisos para él”.
Permisos, juzgados de vigilancia, seguridad, gobierno, reducciones de condena en favor de Hellín y del resto de los condenados….hay tantas cosas que nunca se aclararon. Hellín fue condenado a 43 años, tras quebrantar condenas, no se sabe cuánto cumplió, aunque los medios de comunicación calcularon poco más de 13 años pues desde 1995 solo iba a la cárcel a dormir y al año siguiente fue puesto definitivamente en libertad. Pese a preguntas parlamentarias al respecto, nadie contestó nunca de manera oficial. 




No obstante la sorpresa saltó el 24 de febrero de 2013, el reportaje “La vida oculta del asesino de Yolanda”, en el periódico El País, revelaba que Emilio Hellín había cambiado su nombre por el de Luis Enrique y que era uno de los principales asesores del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil, sorprendiendo su asistencia como perito en la Audiencia Nacional, lo que llevó a la oposición en marzo de ese mismo año, a promover una proposición no de ley sobre actuaciones en relación con la prestación de servicios para las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado de un condenado por el secuestro y asesinato de Yolanda González.

Perplejos por la realidad, la familia, sus amigos y compañeros de Yolanda, de partido o del movimiento estudiantil, seguimos reclamando memoria, justicia y reparación, algo que es una asignatura pendiente para tantas personas que sufrieron represión y crímenes de odio en un tiempo donde luchar por los derechos conllevaba el riesgo de poder ser apaleado, detenido o lo que es más terrible, perder la vida como muestra el paradigma de nuestra compañera Yolanda González.

En memoria de Yolanda y recordando este abyecto crimen: querida compañera descansa en paz y si te llegan nuestras palabras para mejor homenaje, tu lucha es la nuestra y aún continúa.

Esteban Ibarra
Presidente de Movimiento contra la Intolerancia

www.movimientocontralaintolerancia.com