En las Cortes de 1931 muchos temían que la mujer, tachada de "regresiva" y falta de espíritu crítico, pusiera en peligro a la joven República, pero el 1 de octubre, hace 75 años, se aprobó por primera vez en la historia española el artículo constitucional que consagró el derecho al voto femenino.
En esas Cortes sólo había tres mujeres y, paradójicamente, dos de ellas, Clara Campoamor y Victoria Kent, protagonizaron las posturas contrapuestas."No es cuestión de capacidad; es cuestión de oportunidad para la República", sostuvo Kent (Partido Radical Socialista) ante los parlamentarios para defender la necesidad de aplazar el voto femenino.
La mujer "para encariñarse con un ideal, necesita algún tiempo de convivencia con el mismo ideal", advirtió Kent para asegurar que, si todas las españolas fueran obreras o universitarias "y estuvieran liberadas en su conciencia, yo me levantaría hoy frente a toda la Cámara para pedir el voto femenino".
Frente a ella Campoamor, en contra de su propio partido, el Radical, fue la encargada de replicar a su colega para apostar por reconocer a la mujer como ser humano, por "pura ética", todos sus derechos. "Dejad que la mujer se manifieste como es, para conocerla y para juzgarla; respetad su derecho como ser humano", expuso a los diputados.
Aunque en el hemiciclo se enfrentó a sus propios compañeros de partido, venció su tesis y la votación en las Cortes de 1931 ganó el sí por 161 votos frente a 121. Pero la alegría de Campoamor y de quienes apoyaban el sufragio femenino tenía fecha de caducidad.
40 años de espera
El recién adquirido derecho se materializó dos años más tarde, en las elecciones de 1933, cuando las mujeres españolas pudieron acudir a expresarse políticamente en las urnas.
La alegría de Campoamor y de quienes apoyaban el sufragio femenino tenía fecha de caducidad. Sin embargo, apenas tres años después, tras las elecciones del 36, el golpe de estado y la dictadura franquista instaurada en 1939, las ilusiones democráticas se diluyeron no sólo para ellas, sino para todos los españoles.
No sería hasta la caída del régimen y con la puesta en marcha del engranaje de la transición política en la década de los 70 cuando, de nuevo, la ilusión del voto femenino volvió a ser una realidad en las elecciones democráticas de 1977.
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