lunes, 6 de junio de 2011

La xenofobia penetra en Alcalá

En Alcalá de Henares el 5,6% de los ciudadanos que votaron lo hicieron a una candidatura xenófoba: 4.549 votos para España 2000 y 671, para Democracia Nacional. Estos apoyos le han valido al cabeza de lista de la primera formación política, Juan Antonio Bueno, para conseguir un acta de concejal. ¿Una sorpresa? No del todo. "Alcalá de Henares es ya el centro del movimiento de la ultraderecha en España", asegura preocupado el presidente del Movimiento contra la Intolerancia, Esteban Ibarra.

España 2000, cuya sede es aledaña al local clausurado por sentencia judicial de la ilegalizada Hummerskin, ha logrado un importante avance en Alcalá gracias al lema: "Ni uno más. Los españoles primero". Y con esa frase escrita en un cartel celebraron desafiantes los simpatizantes de este partido el resultado electoral la noche del 22 de mayo por las calles del municipio. España 2000 es un partido fundado en Valencia por el empresario José Luis Roberto, quien hasta hace unos años fue el representante legal de la Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne, la patronal de los prostíbulos.

La subida de las candidaturas de ultraderecha en Alcalá ha sido de más de 4.000 votos, lo que supone multiplicar por cinco sus resultados de las últimas elecciones. Esto ha permitido que por primera vez en democracia un candidato ultra haya tenido representación en el Ayuntamiento de la ciudad.

Pero Alcalá de Henares no es el único municipio en el que una candidatura ultra ha obtenido representación en el pleno municipal.En Galapagar, Iniciativa Habitable ha pasado de apenas una decena de votos a 683.

En la campaña, la ultraderecha de Alcalá ha utilizado dos ideas principales. La primera es que los inmigrantes ocupan los puestos de trabajo de los españoles; y la segunda, que la localidad se ha convertido en "una cloaca social", en palabras del edil electo Juan Antonio Bueno. Lo llama "cloaca" por acoger a poblaciones excluidas, la mayoría gitanos, que han sido realojadas en los últimos años. En 2008 en Alcalá residían 203.645 personas, de los que 40.656 eran extranjeros.

Bueno no pierde oportunidad de sacar rédito político, y en su web asegura: "Hasta ahora se ha utilizado a Alcalá y al Corredor del Henares como una auténtica cloaca social donde agrupar a población marginal y conflictiva, la mayoría de ellos no ya de otras ciudades, sino que la mayoría de las veces son extranjeros". Este político llega a mencionar "el enorme gasto" que supone tener una enorme plantilla policial para controlar una "creciente delincuencia" ocasionada "en su mayoría por inmigrantes".

El principal apoyo electoral a España 2000 se encuentra en el sector II de la ciudad: en las comunidades de Puerta de Madrid, Reyes Católicos, Nuestra Señora de Belén y del Pilar, en cuyas inmediaciones se concentra un importante colectivo de población gitana e inmigrante. En los tres principales colegios electorales de este distrito -Manuel Azaña, Santos Niños e Infanta Catalina- el voto ultra se ha disparado.

El voto en estos colegios ha basculado hacia la derecha y la extrema derecha. La vida en esas zonas es difícil, argumentan algunos vecinos, que destacan la falta de comercios y servicios, ya que muchos de los bajos comerciales del polígono se encuentran ocupados de forma ilegal. "Es habitual que el voto de los descontentos se concentre en las zonas en las que hay más inmigrantes, porque la tendencia es culpar al más cercano de los males que pueden llegar a sufrir", asegura el catedrático Tomás Calvo Buezas, de la Universidad Complutense de Madrid, que sostiene que el auge de la ultraderecha era perfectamente previsible. "En algunas encuestas realizadas a niños, se ve que hasta un 14% apoyarían a partidos políticos que propusieran expulsar a los inmigrantes", dice.

España 2000 también se ha aprovechado de los intentos del alcalde de Alcalá, Bartolomé González (PP), cuya lista ha vuelto a ser la más votada pero ha perdido la mayoría absoluta, de atraer a la comunidad rumana. Un acercamiento que, paradójicamente, no ha tenido apenas rédito político -de los 18.000 rumanos con derecho a voto apenas 3.000 se inscribieron- pero la ultraderecha ha utilizado este argumento como arma electoral.

EL PAÍS

0 comentarios:

Publicar un comentario